domingo, 29 de marzo de 2020

Femicidio III






Yo era un hombre, estaba en una camioneta conversando con un cómplice. Un cómplice de asesinato. Estábamos en una estación de gasolina muy alejada de todo, habíamos enterrado el cadáver de la chica en varios sitios, un pedazo por aquí y otro por allá. El lugar que más recuerdo es donde enterramos su cabeza, debajo de unas flores muy bonitas de color rosado. Me sentía tranquilo, confiado, todo había sido bien planeado, pero mi compañero, un rubio medio tonto, grabó -si yo saberlo- un video de él teniendo sexo con el cadáver y lo compartió con un amigo de Canadá que a su vez lo compartió, y se compartió, y se compartió el video una y otra vez. Lo insulté, me molesté, ¡estaba furioso! por haber elegido de forma tan torpe a mi ayudante. Ahora por su culpa yo estaba expuesto, sin duda alguna con semejante evidencia las autoridades llegarían hasta mí. Me devolví a las flores donde se hallaba la cabeza. Pero al llegar allí, no vi el lugar donde estaba enterrada la cabeza, porque yo era la cabeza. Desde abajo, a través de las flores y la tierra veía al hombre, que tocaba las flores y las miraba con pena mientras decía, ahora tendré que entregarme por culpa de ese idiota, ahora no podré venir a visitarte.

Agnesi.

viernes, 17 de enero de 2020

Flor.

Yo Dylan

La chica camina a la orilla del río, toma una vara seca, se sienta en un roca mientras el río se aleja de ella, mira la vara, yo sé lo que piensa, quiere transformarla en flor y la vara reverdece, de su puntan brota una rosa, es rosada florece de inmediato.

miércoles, 15 de enero de 2020

¿Una casa que me reconoce?

Leo Branca

Fue una kombi amarilla la que agarramos en la playa para llegar hasta nuestra casa. El momento cumbre sucedió al bajarnos de la kombi, cuando las niñas salieron corriendo hacia la calle que da con nuestra casa y se perdieron de vista. Mi mamá corrió detrás de ellas y luego yo, pero en la esquina me detuve en seco de forma inexplicable.
A mi izquierda brillaba un jardín engramado y lleno de flores, luego una casa de puertas abiertas con alfombras de colores, presumí entonces que las niñas podían estar dentro y caminé hacia la puerta. Violeta cargaba una alfombra azul mojada sobre su cabeza y salía hacia la puerta con una sonrisa enorme.
Le pregunté por Antonella y me señaló a un lado de la casa, donde una colchoneta extendida sobre el piso y algunos cobertores dibujaban la silueta de alguien y mi hija pequeña sentada a un lado con creyones y hojas. Entonces me preocupé, era una casa ajena y mi hija estaba jugando sobre la colchoneta en la que alguien desconocido descansaba.
La llamé y al momento de venir hacia mí, la silueta se movió. De pronto una mujer de cabello blanco pero con un rostro hermoso y juvenil se sentaba y se quedaba mirándome con plena normalidad.
–Al fin llegaron –me dijo y se levantó emprendiendo camino hacia la casa. Su inesperada expresión de normalidad y su porte juvenil me dejaron perplejo.
Definitivamente me conoce pero ¿Quién es esta mujer?

domingo, 1 de diciembre de 2019

Un fail con dos chicas en la cama

Leo Branca

Ellas me habían invitado a ver televisión en su cuarto y eran dos muchachas muy risueñas. Nada parecía extraño, veíamos animados de Hanna Barbera en un canal retro cuando salí del cuarto por algo de agua, al regresar la luz de la habitación estaba apagada y las chicas descansaban en la cama en ropa interior, era imposible no pensar en una invitación sexual.
Me llamaron desde la cama y me hicieron espacio entre las dos, pero luego de un tiempo me di cuenta que no querían más que estar ahí, viendo tele en lencería. La verdad yo estaba erecto, recostado entre esos cuerpos calientes, semidesnudos, moviéndose y charlando como dos adolescentes.
Me levanté de la cama para encender la luz y al hacerlo las pude detallar mejor, sorprendido al darme cuenta que eran las chicas que vieron el taller de escritura conmigo esta semana.
De un lado del cuarto una gran pecera llamó mi atención y una de las chicas se acercó para hacer algo con ella. También me acerqué y detallé que en lugar de peces contenía una maqueta miniatura de la frontera entre Estados Unidos y México.
Al regresar a la cama, ya habían tendido una colchoneta al pie de la cama en la que me tendí nuevamente, esta vez dejando solas a las chicas sobre la cama. En ese momento entraron de forma intempestiva un niño de unos 8 años y la madre de las muchachas.
La señora se acostó en la cama con las chicas y comenzó a charlar muy bajito con una de ellas mientras la otra se echaba conmigo en la colchoneta. Al levantarse de la cama, la madre me ofreció algo de beber desde la puerta del cuarto pero preferí rechazarla y quedarme ahí, acostado, asumiendo que mi labor sería dormir y cuidar de los chamos de la casa, como un papá postizo, un tipo de amor que también es de una noche.
La chica me abrazó y el niño se acostó del otro lado muy pegado a mi costillar. Al sentir que me dormía, desperté.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Revisaba mi pecho...

Inés Bazil


Munakata Shiko

28-08-2018

Revisaba mi pecho, cerca del pezón tenía un hueco casi minúsculo, se veía "sano". Allí había una bolsita proporcional al tamaño del agujero, me preocupe pensando en parásitos, sin embargo cuando lo extraje solo contenía pequeños palitos con algo negro al extremo ¿fósforos? -pensé-. Estaban del lado derecho, según recuerdo. Quede  preocupada porque inclusive quedaron algunos que se habían salido del envoltorio.

sábado, 16 de noviembre de 2019

A donde van los dolores


Abel Só


María José llega quejándose del dolor al hospital en el que estoy de guardia. En primera instancia no la reconozco, pero cuando me aprieta una de las manos caigo en cuenta. María José me mira suplicante que pare el dolor y mi médico adjunto me pide un diagnóstico certero y rápido.
Yo digo que es apendicitis. Su dolor vibra bajo mi contacto con su abdomen.
Ella no sabe hacia dónde van los dolores, a veces arriba, otras abajo. Le pido ayuda a mi adjunto pero no me hace caso.
Cuando volteo María José está de pie, apoyada en la camilla gritando mientras la cabeza de un bebé asoma entre sus piernas. Me abalanzo hacia donde está ella y la ayudo a sacar todo ese cuerpo que nace de su dolor. El bebé llora en mis brazos y una luz muy fuerte entra por la ventana.

(07.11.2019)

viernes, 15 de noviembre de 2019

More than words


Freddy Krueger

La fiesta estaba a reventar, la música estaba más alta de lo que alguien pudiese imaginarse, tanto que las personas tenían que acercar sus bocas a los oídos de otros, casi como si intentasen besar la oreja, lamer el cuello. Yo estaba allí inmóvil. Yo estaba allí como siempre he estado en las fiestas: incómodo, rodeado de desconocidos, sin ánimos de hablar entre tanto bullicio, pero observando cada detalle de lo se desarrollaba sin mi intervención. «¿Quieres bailar?» preguntó un pelirrojo muy atractivo a cinco pasos de distancia, su voz viajó hasta mí y la sentí cálida en mi oreja. Yo asentí tímidamente, con el temor que fuésemos los dos únicos hombres bailando juntos en aquel lugar. Él besó mi mano inesperadamente, yo lo apreté contra mi pecho y él a su vez comenzó a acariciar mis nalgas. Sonaba More than words, y dábamos vueltas elevándonos en el aire, enseguida recordé todas aquellas veces que dediqué esa canción a alguien, toda la decepción después de cada corazón roto. El público comenzó a desvanecerse a nuestro alrededor, así como las sillas y las luces, hasta que me hallé a solas con ese desconocido en la penumbra. What would you do if my heart was torn in two, sentí un dolor punzante entre mis caderas, las manos del pelirrojo se habían convertido en patas con garras afiladas, apretaban con fuerzas y no podía liberarme. That your love for me is real, ya no estaba danzando con un hombre hermoso sino con una criatura del color del fuego, tras su sonrisa enloquecida parecía decirme algo, pero su voz no lograba alzarse sobre la música. Then you couldn't make things new, me sentía debilitado del pánico, perdí el conocimiento y me desmoroné sobre la pista. Nadie me había advertido que estaba bailando con el diablo.